lunes, 7 de junio de 2010

Benjamin, por Cecilia Barale

Voy a reproducir la reseña que hizo mi amiga, colega y compañera de agencia, Cecilia Barale después de leer Benjamin. Hoy es un día muy especial para ella así que le mando un gran abrazo y mucha suerte!!!

"Ya desde la frase impresa sobre el picaporte de la puerta en la portada del libro, supe que Benjamin no me iba a desilusionar. "¿Qué hacen tus seres queridos cuándo están solos?". Gran pregunta. ¿O acaso no es lo que todos, el algún punto, quisimos saber? Y el pequeño Ben lo logra. Desde sus nueve años que por momentos no parecen tan inocentes, nos va mostrando un abanico de personajes que llegaremos a detestar o entender a lo largo del libro.
La trama parece ser tan simple como efectiva. Un chiquito enojado con sus padres decide esconderse dentro de su casa. Enseguida se desata una búsqueda frenética que no llega a ningun resultado satisfactorio. Ben no aparece. La conclusión: Ben ha muerto.
La madre de pequeño parece encontrarse a gusto con su desaparición y Federico Axat logra que el lector sienta ganas de encontrar el pueblo de Carnival Falls y decirle varias cosas a la madre de Ben. Cosas nada agradables por cierto. Un personaje que nos recuerda mucho a lo que no queremos ser con un hijo.
La vida familiar poco a poco vuelve a la normalidad y, sin embargo, la tensión se sigue sumando a cada vuelta de página hasta llegar a un climax inesperado cuando nos encontremos cara a cara con el final.
Los varios comentarios que leí sobre las similitudes del autor con Stephen King no son en vano. Axat nos sumerge en un mundo terrorífico en el que cada vez nos cuesta más respirar. Todos nuestros miedos están en ese desván con Ben. Y en el resto de la casa. Y hasta en el pueblo.
Cuando terminé el libro era de noche, ya de madrugada. Mi marido dormía y mi bebé, desde la panza, me empezó a patear. Miré a mi alrededor. Mi casa es muy antigua y tiene un desván. Escuché el ruido de los pisos de madera crujir como todas las noches. Intenté recordar cómo uno ve el mundo cuando tiene nueve años. Miré hacia arriba y, por un segundo, tuve ganas de ser Ben. Aunque esa sensación me duró poco.
Después cerré los ojos, y esa noche, me quedé pensando en el trepidante ritmo de la novela y el excelente final. Ya no lo hacía como lectora sino como escritora. Y me desperté pensando que ojalá Federico Axat nos brinde otra historia pronto. Desde ya, estoy entre sus fieles lectoras"

¡Gracias Cecilia!

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